"Educación Cósmica" fue el nombre que le dio Montessori a su metodología de enseñanza. Es un enfoque que busca conectar a los jóvenes con las leyes o modelos universales fundamentales que existen en el cosmos. Por medio de esta visión, los niños comienzan a comprender el proceso sico-evolutivo que gobierna todo. Empiezan a entender la visión del todo y su importancia para sus propias vidas. Finalmente, lo que Montessori sugiere en su perspectiva filosófica, es que el educando descubriría que la tarea cósmica de la humanidad es continuar colectivamente el trabajo de la creación sobre la tierra, y descubrir con su inteligencia las infinitas posibilidades latentes de la creación del mundo y manifestarlas en nuevas formas.
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Durante los primeros años de colegio, esto se puede lograr mediante historias imaginarias, dramatizando el ascendiente de vida sobre el planeta y la llegada del hombre —y demostrando cómo ciertos principios universales nos han mantenido en nuestro viaje evolutivo. En la enseñanza secundaria, este fundamento se extiende a un completo diálogo filosófico, concerniente a estos principios.
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A través de una confrontación directa con el concepto de unidad, los educandos se sienten en intimidad con las energías creadoras que existen en el universo. Comprenden la necesidad de cooperación y colaboración, y se dan cuenta de la inherente interconexión de todo lo animado e inanimado.
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A través de una confrontación directa con el concepto de unidad, los educandos se sienten en intimidad con las energías creadoras que existen en el universo. Comprenden la necesidad de cooperación y colaboración, y se dan cuenta de la inherente interconexión de todo lo animado e inanimado.
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